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  • Foto del escritorJesús Ibarra

El bisabuelo de los ojos azules

Actualizado: 30 jun 2020


Mi bisabuelo, el ingeniero don Jesús Ibarra Velarde fue testigo de la época del Porfiriato, desde su inicio en 1877 hasta su fin en 1911. El licenciado Sebastián Lerdo de Tejada, en su calidad de Presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación había asumido la presidencia de la República de manera interina, al morir el presidente Benito Juárez, el 18 de julio de 1872. Cuando se dio por concluido el cuatrienio del Presidente Juárez, el 30 de noviembre de ese año, don Sebastián había tomado el poder como Presidente Constitucional. Lo conservó hasta el 18 de noviembre de 1876, cuando fue destituido por el Plan de Tuxtepec, encabezado por Porfirio Díaz. Unos meses después, el 5 de febrero de 1877, Díaz se convertía en Presidente Constitucional de México, cargo que no dejaría hasta 1911, excepto por el cuatrienio comprendido entre el 1 de diciembre de 1880 y el 30 de noviembre de 1884, en que su compadre Manuel González ocupó la presidencia.

Dos meses antes de que Lerdo fuera destituido, nació don Jesús Ibarra Velarde, el 22 de septiembre de 1876, a las cinco de la mañana, en la ciudad de Guadalajara. Fue registrado por su padre, Jesús Ibarra y León, de cincuenta años, el día 28 de septiembre de 1876, según consta en su acta de nacimiento, como hijo legítimo suyo y de su esposa, doña Amelia Velarde, de veintisiete años. Era el noveno hijo de sus padres. De sus ocho hermanos mayores, sólo sobrevivían cinco cuando él nació, pues tres niñas, Sara, María de Jesús y Amelia, habían muerto a muy corta edad, antes de que él naciera. Sobrevivían Eduardo, de trece años; Adolfo, de diez; Federico, de cinco; y Elena, de apenas un año y nueve meses. Después de Jesús, nacieron aún cinco hijos más: Luis Ángel, que murió al año de nacido; los gemelos Alejandro y Esther Alejandrina; Concepción y Josefina.

El padre de Jesús, don Jesús Ibarra y León, originario de Ixtlán del Rio, Nayarit, pasó la mayor parte del tiempo dedicado a sus negocios particulares y a la educación de su familia, haciendo todos los servicios que le fueron posibles a la sociedad; era un hombre trabajador, honrado a toda prueba, amante de la educación de su familia y amigo del bien general; fue en toda la extensión de la palabra un buen ciudadano y un buen vecino. Cuando Jesús tenía cinco años, su padre fue nombrado jefe político del Primer Cantón del Estado de Jalisco, del 12 de febrero al 2 de septiembre de 1882, siendo reelecto una semana después, del 8 de septiembre al 31 de diciembre de 1882. Lo que lo distinguió en su corta carrera pública su honradez y su gran actividad.

Jesús Ibarra y León y Amelia Velarde


Motivos de salud impidieron al señor Ibarra y León continuar desempeñando su cargo. Murió el domingo 6 de mayo de 1883, dejando en la orfandad a su numerosa familia. Su hijo mayor, Eduardo, ya para entonces de veinte años, se había recibido de médico y no pudo llegar a tiempo para ver expirar a su señor padre. Fue sepultado el lunes 7 de mayo por la tarde y despedido con una misa de cuerpo presente en el Sagrario Metropolitano de Guadalajara. La comitiva fúnebre que acompañó al señor Ibarra y León al Panteón de Belén, fue encabezada por el entonces gobernador de Jalisco, el general don Francisco Tolentino, quien unos días después –el 26 de mayo – se casaría con la sobrina del señor Ibarra, Adela Ibarra Sánchez, hija de su hermano mayor José María Ibarra y León, quien era juez del Registro Civil. Años después, Adela Ibarra sería la abuela del famoso actor y cantante, protagonista de la cinta Allá en el Rancho Grande, Tito Guízar.

Jesús no cumplía aún los siete años cuando murió su padre. Su madre, doña Amelia, debió haber pasado muchas dificultades para sacar a sus hijos adelante, pues, aunque Eduardo, Carlos y Adolfo eran ya mayores, los demás eran aún muy pequeños. Eduardo era médico y Carlos lo sería pronto; Adolfo se convertiría en abogado, pero la hija menor, Josefina, tenía apenas un mes de nacida al momento de morir su padre.

Otro de los hijos, Federico, cuando tenía catorce años de edad, en 1885, ingresó al Colegio Militar en la Ciudad de México, en donde probablemente haya cursado la carrera de ingeniería. Desde muy joven, tomó parte en el Partido Liberal Jalisciense, en el que se distinguió por su constante actividad. En 1896 tuvo una hija, nacida en la Ciudad de México, con Antonia Neira, que se llamó Esperanza. En 1898 tuvieron otra niña llamada Concepción. En 1917, Federico Ibarra sería diputado por Jalisco en el Congreso Constituyente de Querétaro, promovido por el presidente Venustiano Carranza, que promulgó la Constitución Mexicana, aún vigente.


Federico E. Ibarra, constituyente por el estado de Jalisco.


Por su parte, Jesús, un joven de tez muy blanca, de baja estatura y ojos azules, estudió en el Liceo de Varones del Estado de Jalisco de 1889 a 1893. En este año, se fue a estudiar a Guanajuato en el Colegio del Estado, en donde estudió la preparatoria y posteriormente Ingeniería en Minas. En 1892, mientras Jesús estudiaba aún en el Liceo, su hermano mayor, Eduardo, que residía precisamente en Guanajuato, murió de tifo, a los veintinueve años de edad. Otro de los hermanos Ibarra, el gemelo Alejandro, que estudiaba en la Ciudad de México, murió de púrpura en 1901, a los veintiún años de edad. Por el tiempo en que Jesús se fue a estudiar a Guanajuato, vivían aún con su madre, sus cuatro hermanas solteras: Elena, Esther Alejandrina, Concha y Josefina. La menor, Josefina, se casó el 17 de enero de 1911, en plena Revolución Mexicana, con el francés Honoré Etienne. Por su parte, Concha se casó el 15 de agosto de 1917 con Agustín Truttier, también de origen francés. Elena y Esther permanecieron solteras.

En Guanajuato, mientras estudiaba en el Colegio del Estado para Ingeniero en Minas, Jesús, conoció a Clementina Ruiz Romero, oriunda de esa ciudad, nacida e1 12 de marzo de 1880, hija del doctor Manuel Ruiz – de Morelia – y de doña Felipa Romero de Ruiz – de Silao. Para el año 1898, Jesús y Clementina ya sostenían una relación y las cartas que ambos se escribían estaban llenas de amor. El 19 de noviembre de 1898, Jesús le escribió a su novia:

Clementina,

Para que tú tampoco dudes de mi cariño y tengas siempre presente las promesas que le has hecho a tu Jesús.

El 16 de mayo de 1900, Clementina por su parte le escribió a su novio:

Jesús,

Con todo mi gusto te dedico este recuerdo, tu prietita chula, Clementina.

El 28 de diciembre del mismo año, Jesús le escribió:

Mi Clementina,

Para que no me olvides, para que tengas siempre presente que hay un hombre que te quiere como no volverá a querer en su vida, con un amor muy grande, leal y sincero.



Jesús recibió su título universitario como Ingeniero de Minas, Ensayador y Metalurgista, el 3 de febrero de 1902.




Unos días antes, su madre, doña Amelia Velarde, le envió un telegrama, fechada el 17 de enero, que decía:

Hijito

Inmenso gusto causome noticia. Recibe cariñosa felicitación – Lunes escribí.

Amelia V. de Ibarra


Después de un noviazgo de más de nueve años, Jesús y Clementina se casaron el domingo 10 de febrero de 1907, en la Parroquia de Santiago Apóstol, en Silao. Sus padrinos fueron, el hermano del novio, el doctor Carlos Ibarra y Elena, la mayor de sus hermanas vivas; por parte de la novia, el padrino fue su hermano Gonzalo Ruiz y su hermana Dolores. Tristemente, doña Amelia no alcanzó a ver a su hijo casado, pues un cáncer en el estómago se la había llevado un año antes de la boda, el 18 de octubre de 1906.



Jesús y Clementina tuvieron nueve hijos: Jesús (1908), Clementina (1909), María de la Luz – Mayú – (1910), Eduardo (1912), Guadalupe (1914), Amelia (1915), Manuel (1916), Dolores – Lolis – (1918) y Gonzalo (1921). Los seis primeros nacieron en Guadalajara.

Quizás hacia finales de 1915 o principios de 1916, poco después del nacimiento de la pequeña Amelia, la familia Ibarra Ruiz emigró a la ciudad de México y se instalaron en el pueblo de Mixcoac, en la casa número 3 de la calle Centenario. La capital no recibió bien a la familia, pues la tragedia se cernió de inmediato sobre ellos. El 26 de abril de 1916, murió la niña Guadalupe, de una afección gastrointestinal. No cumplía aún el año y medio de nacida Al día siguiente, 27 de abril, la bebé Amelia, nacida apenas en octubre pasado, murió también de la misma afección. Clementina estaba entonces embarazada de cuatro meses.


Eduardo, Lolis, don Jesús con Gonzalo en brazos, doña Clementina, Clementina, Jesús y Mayú.


Probablemente la pena que los embargó los empujó a cambiarse de casa. Su nuevo hogar se ubicaba en la Avenida Morelos 77, cerca del Mercado de Jamaica. Ahí nació Manuel en octubre de 1916 y después Lolis, en 1918. Pero el pequeño Manuel moriría en diciembre de 1919. Por entonces la familia radicaba la 3ª. Calle de Sinaloa número 76. Dos años después, el 7 de octubre de 1921, nacería el menor de los hijos Ibarra Ruiz, Gonzalo, en la casa número 20 de la calle Rosales, en la Colonia Tabacalera. La familia finalmente se instaló en la casa número 10 de la calle de Mérida en la Colonia Roma, misma que subsiste hasta la fecha.

Don Jesús trabajó por mucho tiempo como Inspector de Minas de la Secretaria de Industria y Comercio y después como consultor de la división de Minas y Petróleo de la Secretaria del Patrimonio Nacional. Los hijos fueron creciendo y se fueron casando y los nietos empezaron a llegar; permanecieron solteras Mayú y Lolis, quienes siguieron viviendo con sus padres en la casa de Mérida. La familia se reunía ahí a comer todos los domingos y se fue haciendo una tradición, hasta que doña Clementina murió el 31 de mayo de 1951, cuando tenía 71 años de edad. Entonces la comida se pasó a casa del primogénito, Jesús, que vivía en la calle de Sierra Ventana, en Las Lomas.

Don Jesús y Doña Clementina


Don Jesús se había convertido en un apuesto anciano de cabello blanco y ojos azules; gozaba de la ópera y pasaba horas escuchando sus discos. En las Navidades solía dar a los nietos una bolsita llena de dulces como aguinaldo. Falleció el 1 de mayo de 1962, cuando Adolfo López Mateos ocupaba la presidencia de México. Una calle lleva su nombre en Circuito Ingenieros de Ciudad Satélite. Al morir Don Jesús, sus hijas solteras Mayú y Lolis siguieron viviendo en Mérida 10. Vestidas siempre de color oscuro, pertenecían a la feligresía de la Parroquia de La Sagrada Familia, ubicada en la calle de Puebla, y se dedicaban a la alta costura; tenían una tienda y papelería a una cuadra de su casa.

Después se fueron a vivir con ellas su hermana mayor, Clementina, y su marido José Fernández. Clementina y Mayú murieron ambas en 1981. Lolis ocupó la casa hasta alrededor de 1988. Tenía renta congelada y cuando le pidieron la casa la indemnizaron. Murió en 1994. Actualmente la casa de Mérida 10, hogar por muchos años de la familia Ibarra Ruiz, es una tienda de antigüedades.


GENEALOGÍA DE JESÚS IBARRA VELARDE

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