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  • Foto del escritorJesús Ibarra

Juchipila, blanca y bañada de sol


Camposanto de Juchipila, Zacatecas


“Asomó Juchipila a lo lejos, blanca y bañada de sol, en medio del frondaje, al pie de un cerro elevado, plegado como turbante,” dice Mariano Azuela en su novela Los de abajo. Juchipila es una pequeña ciudad que se encuentra en el centro de un cañón, al sur del estado de Zacatecas, en cuyo interior se extiende un verde y fértil valle, circundado al oriente por la sierra de Nochistlán y al poniente por la sierra de Morones. Por el norte, el cañón de Juchipila bordea con el municipio de Villanueva y por el sur con la ranchería de Santa Rosa. El valle alberga las poblaciones de Villanueva, Tabasco, Huanusco, Jalpa, Apozol, Juchipila y Moyahua, bañadas por el torrente del río Juchipila que nace en la vertiente septentrional de la serranía de Zacatecas, dentro de las tierras de la hacienda El Maguey.

Tal vez haya sido fundada alrededor de 1542, en las tierras de los indios caxcanes. La santa patrona del pueblo fue la Virgen del Espíritu Santo, por ser la primera imagen que adornó la hornacina de la capilla del convento que fundaron los franciscanos. Durante la época virreinal, Juchipila fue el pueblo más sobresaliente de la Alcaldía Mayor que abarcaba los estados de Zacatecas, Aguascalientes y parte de Jalisco. Después de la Independencia, en 1824, Juchipila se convirtió en cabecera municipal y en 1831, le fue concedida la categoría de villa.

Mucho antes de los sucesos de la Revolución que relata Mariano Azuela en Los de abajo, el 8 de octubre de 1828, nació en Juchipila, don Brígido Rodríguez de Haro, hijo de don Julián Rodríguez Robles (1800-1880) y doña Aniceta de Haro Bolaños (1805-1883). Comerciante desde muy joven, tenía una famosa tienda de abarrotes en Juchipila – sus propiedades incluían los inmuebles que se encuentran entre el Jardín Madero y la calle Ignacio Zaragoza. Hacia 1854 ya estaba casado con Dolores Zárate Barba, hija de don Juan Zárate y Reyes Lozano, fundador de una de las familias más ricas de Juchipila, que poseía haciendas y trapiches (molinos) de caña. A partir de entonces Brígido también fue propietario de haciendas; en algún momento manejó la hacienda Las Mezquiteras y la hacienda Cabecera.


La casa que fuera de don Brígido Rodríguez en Juchipila


Doña Dolores le dio a Brígido dos hijos: María Aurelia, nacida en 1854, y Joaquín Othon, nacido en 1858. Pero doña Dolores murió en 1859 y un par de años después, don Brígido contrajo de nuevo matrimonio con la joven veinteañera Teresa Ruvalcaba, con quien tuvo otros hijos: Aurelia (nacida en 1863); Brígido (1866-1946), abogado, casado con Ofelia Portugal; Crisóforo (nacido en 1870 y que murió a los pocos meses de nacido); Leonila (1872-1941), casada con Eliseo Montaño; Emilia (nacida en 1874), casada con el español José Diego; y María (nacida en 1876), casada con Ismael González.

Poco tiempo después de muerta su primera esposa, en 1860, Brígido, con treinta y dos años de edad, ocupaba el puesto de administrador de papel sellado en el Ayuntamiento de Juchipila. Fue por aquel tiempo cuando Juchipila sufrió el primer ataque.








Las hijas de don Brígido Rodríguez: Leonila, Emilia y María


México vivía entonces una situación política inestable. El presidente Benito Juárez había promulgado una Constitución en 1857, mediante la cual suprimía los fueros eclesiásticos y militares en los asuntos civiles, se confiscaban y nacionalizaban los bienes de la Iglesia – con el fin de estimular la economía del país; los cementerios fueron nacionalizados, los bautizos y bodas se convirtieron en actos civiles para poder tener validez legal; se instituía la libertad de cultos y se establecía la separación de la Iglesia y el Estado. Estas leyes desagradaron a la Iglesia y al sector conservador de la sociedad, el cual se levantó en armas contra el gobierno de Juárez.

Después de tres años de guerra, hacia 1860, la rebelión conservadora había sido prácticamente sofocada, a manos de generales liberales como el zacatecano Jesús González Ortega y Santos Degollado. Sin embargo, varias gavillas guerrillas de conservadores seguían asolando diversas partes del país, entre ellas el sur de Zacatecas. Muchos ya ni siquiera luchaban por defender su causa, sino que se habían convertido en gavillas de facinerosos que se dedicaban al latrocinio. Así, alrededor de la una de la tarde del 11 de septiembre de 1860, una de esas gavillas atacó Juchipila, que era cabecera del Partido Político y la población más importante del cañón al sur del estado. En Juchipila se hallaban acantonadas las tropas del coronel liberal Trinidad García de la Cadena. Durante el ataque de Juchipila, don Brigido Rodríguez participó en la defensa que de la villa hicieron los vecinos y las fuerzas militares acantonadas ahí, apostándose en las azoteas y en la torre del templo. El ataque se prolongó hasta las ocho de la noche y los asaltantes incendiaron casas y saquearon la villa. Su cabecilla, un tal Anastasio Sigala, murió en la refriega, entre otros seis muertos. Por el lado de los defensores, fue herido el coronel García de la Cadena.

El segundo ataque que sufrió la villa de Juchipila tuvo lugar el 25 de noviembre de 1862, cuando un tal Antonio Aedo, al frente de dos mil hombres, y haciéndose llamar General en jefe del Ejército de Operaciones, sitió la villa y exigió al jefe político Feliciano Yáñez la rendición de la plaza. Pero Yáñez reunió una vez más a los vecinos y fuerzas liberales que ocupaban la población – García de la Cadena se encontraba en esos momentos ausente de la villa – y preparó la defensa. A los cinco minutos los sitiadores rompieron el fuego encontrando valiente resistencia por parte de los defensores. Incluso las mujeres de todas las clases sociales, ayudaron a la defensa, cuidando a los enfermos y distribuyendo alimentos, incluso bajo el fuego enemigo. El sitio duró ocho días, hasta que el 2 de diciembre llegaron los guardias nacionales de Tlaltenango, Colotlán, Huanusco y Villanueva, que habían acudido en auxilio de Juhcipila gracias al heroísmo de don Bonifacio Falcón que había burlado el sitio para pedir ayuda. Durante este sitio de 1862, también destacó don Brígido Rodríguez, quien para ese entonces, ya era capitán del ejército.

En 1863 Brígido fue elegido jefe político de Juchipila. En noviembre de aquel año, un guerrillero conservador, Santiago Castellanos, que estaba acuartelado en Moyahua, intimó la rendición a la plaza de Juchipila, escribiendo a don Brígido en los términos siguientes:


Ejército Nacional de San Luis.- Coronel en Jefe.- Por orden expresa del gobierno, debo ocupar la plaza con las fuerzas a mi mando en este Cañón ya sea por medio del convencimiento, evitando los desastres de la guerra o por la fuerza de las armas si se trata de hacer una estéril resistencia, según las tristísimas circunstancias en que hoy se haya el partido liberal. En tal concepto y en cumplimiento del deber, me dirijo a usted como primera autoridad de ese lugar, para invitarlo como buen mexicano, para que deponga toda actitud hostil, ofreciéndole a nombre del Supremo Gobierno, toda clase de garantías según las amplias facultades que para esto tengo.- Creo que como hombre capaz de medir la situación, no vacilará usted en que tengamos un arreglo pacífico, evitando con toda prudencia los horrores de una guerra que no daría por resultado más que la ruina de esa población.- Espero la contestación de usted en el término prudente de ocho horas, que me parece suficiente para que se digne contestar.- Dios, Reforma, Independencia y Orden.- cuartel General de Moyahua, Noviembre 23 de 1863, nueve de la mañana.- Santiago Castellanos”


La respuesta de don Brígido no se hizo esperar:


“Secretaría de Gobierno Político del Partido de Juchipila.- No siguiendo usted y sus asociados otra bandera que la de la traición y el vandalismo, no puedo por lo mismo entregar en grado esta plaza como lo solicita en comunicación de fecha de hoy, prefiriendo sobre todo morir con honor que consentir que la chusma que usted manda, venga a hollar con su inmunda planta, la plaza de Juchipila.- Dígalo a usted en contestación a nombre del vecindario quienes estamos por defender sus sacrosantos derechos hasta derramar la última gota de sangre.- Dios, Libertad y Reforma.- Noviembre 23 de 1863.- Brígido Rodríguez, Severiano Ruvalcaba”

Después de tal respuesta, Castellanos y su gente no hicieron siquiera el intento de tomar Juchipila.


Al triunfo de la República sobre el Imperio de Maximiliano, el presidente Benito Juárez inició su recorrido triunfal desde el norte del país, en donde había establecido su gobierno durante la ocupación francesa, hasta la Ciudad de México. Durante este recorrido visitó Zacatecas en enero de 1867. Poco después, el general zacatecano Jesús González Ortega pronunció un manifiesto en el cual desconocía a Juárez como presidente de la República.

González Ortega había luchado durante la Guerra de Reforma y la Intervención al lado de Juárez; había sido su ministro de Guerra y había vencido a los conservadores en Calpulalpan. Pero cuando Juárez – que era presidente desde 1858 – decide en 1865 emitir un decreto mediante el cual prolongaba su mandato al frente de la presidencia de la República, justificándose de no haber convocado a elecciones debido a la situación de guerra contra los invasores franceses, González Ortega se expatrió a El Paso, Texas, desde donde publicó un texto en inglés, titulado “The Presidency of Mexico”, en el cual expresa su inconformidad ante la “reelección” de Juárez, dejando fuera de la sucesión presidencial al Presidente de la Suprema Corte de Justicia, quien según la Constitución, debería suceder al presidente al término de su mandato, en caso de no convocarse a elecciones por causas de fuerza mayor. En este caso, el Presidente de la Suprema Corte de Justicia era el propio González Ortega.

Ahora, en 1867, el general González Ortega regresaba a Zacatecas y era arrestado por orden de Juárez, después de emitir su nuevo manifiesto. Tras ser arrestado en Zacatecas, el general fue trasladado a Saltillo y luego Monterrey en el mayor sigilo, y sin ningún juicio de por medio, se le mantuvo preso durante dieciocho meses. Muchos de sus seguidores fueron marginados de la vida política. Cuando al fin fue liberado en agosto de 1868, manifestó su intención de retirarse.

Ese mismo mes, el general Trinidad García de la Cadena, gran luchador liberal, que había también apoyado a Juárez tanto en la Guerra de Reforma como durante la Intervención Francesa, asumió la gubernatura de Zacatecas. Como gobernador, García de la Cadena promulgó la Constitución del Estado y otras leyes de contenido profundamente liberal y federalista, como las referentes a la autonomía municipal, la eliminación de las alcabalas, la abolición de las penas de muerte, presidio y trabajos forzados, y la supresión del peonaje por deudas en el interior del estado.

García de la Cadena compartía las ideas del general González Ortega. Bajo su percepción, el régimen juarista se estaba tornando cada vez más autoritario y estaba violando la Constitución de 1857, por lo que al iniciarse el año de 1870, se unió a una rebelión que había surgido en diciembre de 1869, conocido como Plan Regenerador de San Luis y que desconocía el gobierno de Benito Juárez. Mediante este movimiento, García de la Cadena reconocía como presidente al general Jesús González Ortega y reivindicaba la Constitución de 1857.


Templo de San Francisco en Juchipila


La sublevación estalló aparatosamente. Al sur del estado lo apoyó su hermano, el general Mariano de la Cadena, que en abril de 1870, con doscientos hombres, atacó la villa de Juchipila, en donde antes, durante la Guerra de Reforma, don Trinidad había acuartelado a sus tropas, y había defendido la población de ataques conservadores. Como en aquel entonces, las fuerzas y vecinos de la ciudad, apoyando al gobierno de Juárez, defendieron la plaza, a las órdenes del ahora jefe político y comandante militar don Brígido Rodríguez, quien se había puesto al servicio del gobierno federal persiguiendo a las gavillas de rebeldes que se ocultaban en los cañones del sur de Zacatecas.

Don Brígido repelió en ataque del general Mariano García de la Cadena y continuó persiguiendo a los grupos rebeldes que se escondían en el cañón. Las tropas rebeldes en el sur de Zacatecas se empezaron a fraccionar y los principales cabecillas cayeron en poder de los jefes militares. Don Mariano García de la Cadena fue hecho prisionero por tropas federales. Fue condenado a muerte y ejecutado el 5 de agosto de 1870. Su muerte acabó de pacificar el sur de Zacatecas, pues don Mariano era el único jefe militar capaz de sostener la guerra. Fue toda una hazaña la de don Brígido Rodríguez el haber detenido a tan capaz jefe militar.

Don Brígido continuó siendo el jefe político de Juchipila. Hacia 1974 decidió comprar un reloj para el servicio público, pero como el palacio de gobierno –que entonces llamaban “el cuartel”- no tenía capacidad para sostener su peso, se acordó colocarlo en el templo parroquial. Se contrató a un relojero de Jalpa, para fabricarlo.

Una vez terminado y entregado el reloj, el fabricante envió a Juchipila a un individuo al que apodaban “Tuna Agria” para que recogiera el pago. En cuanto el “Tuna Agria” tuvo en su poder todo el dinero y antes de que regresara a Jalpa, fue secuestrado por unos bandoleros, y llevado al arroyo del camposanto y en donde le robaron el dinero, lo apuñalearon y lo cubrieron con piedras, nopales, tierra y basura. Pero “Tuna Agria” no murió y con muchos trabajos logró escapar, fue a la primera choza que encontró, en donde fue socorrido por una buena mujer, quien dio aviso a la policía de Juchipila.

La policía encontró a uno de los agresores en un baile cerca de la plaza de toros, que atacó a los policías con el mismo puñal, aún ensangrentado, con el que había atacado a “Tuna Agria”. El comandante de la policía disparó contra el sujeto y lo mató. En su cadáver se encontró el dinero que había robado a “Tuna Agria”, quien a los pocos días murió a consecuencia de las heridas pesar de las buenas atenciones de que fue objeto por parte de la buena mujer. Tiempo después otro de los agresores, vengó a su compinche matando al comandante de la policía,

Don Brígido Rodríguez mandó instalar el reloj fatídico que ya había costado tres vidas.



Kiosco en Juchipila


Dos años después, el 4 de julio de 1876, el general Trinidad García de la Cadena, ahora levantado contra Porfirio Díaz, junto con el coronel Jesús Aréchiga, que posteriormente sería gobernador de Zacatecas, volvieron a intentar atacar Juchipila, pero los ciudadanos volvieron a repeler el ataque. Sin embargo, un mes después, en la madrugada del 1 de agosto, un grupo de facinerosos, comandados por un tal Felipe Villalpando, entraron a la villa por sorpresa y asesinaron cobardemente a don Brígido Rodríguez, entonces diputado del Congreso Local.


Tumba de Brígido Rodríguez en el camposanto de Juchipila



Joaquín Othón Rodríguez Zárate, hijo de don Brígido Rodríguez, unos días antes de su boda


Refugio Castanedo Morán, esposa de Joaquín Rodríguez, unos días antes de su boda


Su hijo Joaquín se había convertido en abogado y dos años después de la muerte de su padre, el 24 de mayo de 1878. se casó con la joven Refugio Castanedo Morán, hija natural que doña Juana Morán había tenido con don Juan Nepomuceno Castanedo Ochoa, descendiente de don Juan Gómez de Portugal, fundador de Santa María de los Lagos, hoy Lagos de Moreno. Joaquín y Refugio tuvieron ocho hijos: Roberto, Joaquín, Braulio, Edilberto, María Luisa, Dolores, Refugio y Vicente. María Luisa, nacida el 22 de agosto de 1887, es mi bisabuela - abuela paterna de mi mamá.



María Luisa Rodríguez Castanedo, hija de Joaquín Rodríguez y Refugio Castanedo; nieta de don Brígido Rodríguez; mi bisabuela.

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