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  • Foto del escritorJesús Ibarra

Doña Herlinda y sus hijos

Actualizado: 19 feb 2021


Mi tatarabuela doña Herlinda Molina nació alrededor de 1864 en el pueblo de Colipa, ubicado en la región montañosa del centro-norte de Veracruz. Poco se sabe de su nacimiento, pues no se han encontrado documentos. Sus padres fueron don Marcelino Molina y doña Tomasa Sánchez, y se sabe que tenía varios hermanos, todos nacidos en Colipa: Lucio, nacido en 1846; Francisco, nacido en 1847; Feliciano, nacido en 1849; Pablo, nacido en 1853; y Juana, nacida alrededor de 1866. Aunque se carecen de los datos precisos, por referencia de fechas, deducimos que doña Herlinda era de las hijas más jóvenes.

Cuenta la tradición familiar, que doña Herlinda, siendo muy joven, se hizo novia de un muchacho que debió de ser aproximadamente de su misma edad, llamado Vicente Juárez Gutiérrez, originario de Nauzontla, un poblado ubicado al norte del estado de Puebla, distante 183 kilómetros de Colipa. Ignoramos como es que, siendo originarios de pueblos tan distantes, llegaron a conocerse. Es probable que ambas familias hubiesen emigrado a Tecuantepec, pequeño pueblo ubicado en el municipio de Zozocolco, en la parte de norte de Veracruz, situado a 12 kilómetros de la cabecera municipal, y que ahí se hayan conocido y enamorado Herlinda y Vicente, alrededor de 1884, cuando ambos tenían alrededor de veinte años.

Vicente era hijo de don Prudencio Juárez Cárcamo y de doña Petra Gutiérrez, que había muerto en 1877. Vicente pidió a su padre don Prudencio que fuera a pedir la mano de Herlinda a sus hermanos, pues los padres de ella ya habían muerto. Acudió entonces el viudo don Prudencio, pero en lugar de pedir la mano de Herlinda para su hijo, la pidió para sí mismo. Los hermanos mayores de Herlinda la obligaron a casarse con el viudo, que por ese entonces debió de andar cerca de los 40 años, mientras que ella tenía apenas 20. En cuanto al decepcionado Vicente, se casaría años después, el 4 de febrero de 1895, con Evangelina Molina.

Don Prudencio Juárez Cárcamo nació en Nauzontla el 24 de enero de 1845, hijo de don Vicente Juárez y doña Dolores Cárcamo, quien aún vivía por el tiempo en que se casaron don Prudencio y doña Herlinda, y ya pasaba de los 80 años. Doña Dolores murió de quemaduras a la edad de 90 años el 15 de agosto de 1894.


Doña Herlinda

Don Prudencio y doña Herlinda fincaron su residencia en el pueblo de Tecuantepec, aquel hermoso pueblo, enclavado en la sierra, en los límites de Veracruz con el estado de Puebla, en donde el caserío brotaba en medio de un marco de árboles frutales, de chote, jonote, espino blanco, cerdo, platanares, arbustos de pimienta y diversas hierbas de uso alimenticio y medicinal. Don Prudencio tenía una hacienda en esa zona que se llamaba El Camolate, y que producía vainilla y aguardiente. Tuvieron cinco hijos: Tomás (nacido el 26 de septiembre de 1886); María, (nacida el 25 de junio de 1888); Eustolia, (nacida en 1889); Dolores (Lola), (nacida el 9 de diciembre de 1890); y Prudencio (nacido el 25 de abril de 1894).


Tecuantepec


El 8 de septiembre de 1888 una tremenda lluvia provocó el desbordamiento del río Zempoala que inundó y arrasó Tecuantepec. Don Prudencio y doña Herlinda, con su propio peculio, reconstruyeron el pueblo tierras arriba, en un lugar llamado Plan de la Palma. Doña Herlinda, junto con su amiga doña Fermina Luna financiaron la construcción de la iglesia.



Doña Herlinda y doña Fermina Luna


Don Prudencio se iba por meses al norte a comprar ganado; tardaba a veces hasta tres meses en ir y venir. Se iba a caballo, llevando sus monedas de oro en un cinturón hueco para que no lo robaran y acampaba a cielo abierto; para comer, llevaba sólo carne seca. Pero los días de don Prudencio estaban contados. A menos de un año de haber nacido el pequeño Prudencio, su hijo menor, en la madrugada del 4 de enero de 1895, don Prudencio Juárez Cárcamo sufrió un ataque de apoplejía y falleció a las pocas horas.

Doña Herlinda quedó sola, al frente de El Camolate. Muchas veces tuvo que enfrentarse, pistola en mano y apoyada por sus vaqueros a grupos armados que merodeaban la región, tanto antes de la Revolución, como cuando estalló el conflicto.

Siempre procuró que sus hijas se cultivaran. Las tres muchachas, María, Eustolia y Lola, aprendieron a bordar, a cocinar y a montar a caballo. Mandó traer un piano, a lomo de mula, pues era la única manera de transporte hasta el lejano Tecuantepec, para que su hija Eustolia aprendieran a tocarlo. También mandaba traer revistas con la última moda de París, además de encajes y suntuosos brocados para que sus hijas se confeccionaran sus vestidos. María estudió corte y confección y Lola repostería.

Decían las malas lenguas que doña Herlinda, una viuda joven, había tenido una relación con otro hombre, de la cual nació una niña, a la que su reputación no le permitió tener y la regaló. Al parecer, también mantuvo una relación con un hombre doce años menor que ella, llamado Tomás Sánchez Moreno.

Tres hermanas. María, Eustolia y Lola


Cuando Tomás conoció a Lola, la más pequeña de las hijas de Herlinda, decidió dejar a la madre y casarse con la hija. ¿Por qué motivos aceptó doña Herlinda entregar a su hija al hombre con quien había sostenido una relación, si es que esto fue cierto? Un misterio sin respuesta. El caso es que Tomás y Lola se casaron alrededor de 1911, cuando Lola tenía 19 o 20 años.


La boda de Lola y Tomás Sánchez


Prudencio, el hijo menor de doña Herlinda, se casó el 21 de diciembre de 1916, a los 22 años de edad, con Adelaida Reyes. Tanto el matrimonio de Prudencio, como su propia vida, fueron muy cortos, pues el 16 de septiembre de 1917, menos de un año después de haberse casado, murió de tuberculosis en Zacapoaxtla, Puebla. Su esposa Adelaida estaba embarazada y el 15 de marzo de 1918 dio a luz a un niño, a quien dio el nombre de su padre. Hacia 1930, Prudencio Juárez Reyes vivía con su madre en Zozocolco.

El hijo mayor, Tomás, tuvo un hijo de nombre Andrés, con la señora María Gómez. Falleció el 2 de junio de 1930.


Dos hermanos: Tomás y Prudencio Juárez Molina


Las historias familiares cuentan que para que su hija mayor, María, la menos agraciada de las tres hermanas, pudiera casarse, doña Herlinda le compró un marido. Vivía en el pueblo un atractivo joven, llamado Arnulfo Ramírez Urcid, que había llegado a Tecuantepec a trabajar como vaquero en el rancho de su tío don Flaviano Urcid. Se dice que doña Herlinda ofreció a Arnulfo una considerable suma para que se casara con María.

Arnulfo y María tuvieron cuatro hijos: Ignacio (nacido en 1920), Manuel (nacido en 1921), Caridad (nacida en 1924) y Elvira (nacida en 1930, y quien después se llamó Tomasa y acabó siendo conocida como Carmela). Hacia 1930, Arnulfo y María vivían con sus cuatro pequeños hijos en la calle de Maltrata en Tecuantepec. Arnulfo le dio a María muy mala vida. La engañó con cuanta mujer pudo. Cuando Carmela tenía 3 años, Arnulfo y María se separaron y ella se fue a la Ciudad de México con sus 4 hijos. Doña Herlinda le dio 2 mil pesos oro para que pusiera casa y comprara muebles; trabajó como costurera y después como maestra de corte en la correccional para mujeres, donde también trabajaba, por azares del destino, su hermana Lola. Cuándo sus hijos Nacho de 18 años, Manuel de 16 y Caridad de 14, se regresaron al pueblo, María se quedó dos años más viviendo en la Ciudad de México y después se regresó a Tecuantepec.


Eustolia (primera sentada a la izquierda) con su hijo Tulio; Tomás, con María Gómez (de pie) y su hijo Andrés; María, con sus tres hijos, Ignacio, Caridad y Manuel. La mujer de pie a la izquierda es desconocida.


La segunda hija, Eustolia, se casó en Zacapoaxtla, Puebla, con el doctor Manuel Longhi, el 9 de septiembre de 1920. El doctor Longhi era hijo del italiano Giovanni Longhi y la mexicana Albina Martínez. En 1922,el doctor y Eustolia tuvieron un hijo llamado Tulio.

Alrededor de 1925, el doctor Longhi se separó de Eustolia y le quitó a Tulio. Ella enloqueció de tristeza, se volvió agresiva y dejó de dormir. Entonces doña Herlinda ordenó que la encerraran en una sala, en donde sólo entraban para bañarla y pasarle sus alimentos. Doña Herlinda supo que, en el Brinco del Tigre, un lugar cercano a Martínez de la Torre, Veracruz, había un brujo muy eficaz. Viajó hasta ese lugar, a 88 kilómetros de distancia de Tecuantepec, para ver al brujo. El hombre pidió que le llevaran dos botellas de aguardiente, una gallina y la ropa que Eustolia tuviera puesta aquel día. Doña Herlinda ordenó que le llevaran todo lo que había pedido y así se hizo. Después de realizar alguna ceremonia, el brujo regresó la ropa, la gallina y el aguardiente con unas hierbas que le había agregado. Ordenó que bañaran a Eustolia y que después del baño le frotaran el contenido de las dos botellas de aguardiente, que le pusieran la ropa que le habían mandado, y que le prepararan la gallina en consomé, conteniendo la carne del animal. Todo se cumplió al pie de la letra. Después de no haber dormido en días, cayó en un sueño profundo por una semana, tanto de día como de noche. Cuando despertó estaba totalmente curada. Preguntó por su hijo y doña Herlinda le dijo que ya había hablado con el doctor Longhi y que Tulio venía de regreso.


Eustolia


Hacia 1930, doña Herlinda vivía en Tecuantepec con Eustolia y con Tulio. Por un tiempo éste estuvo estudiando en una escuela militarizada. Se casó con una mujer indígena de nombre María, que llegó a servir a casa de doña Herlinda.

Durante un tiempo, en los años 60 y 70, había servicio de avionetas a Tecuantepec. En mayo de 1974, Tulio asistió a la feria del pueblo. El 1 de junio, planeaba volver a la Ciudad de México, pero había mucha gente en espera de regresar y la avioneta ya se había llenado para el primer viaje. Imprudentemente, Tulio se acercó para preguntar si la avioneta regresaría para hacer otro viaje. Uno de los pasajeros, Blas Amador, le gritó desde adentro del vehículo:

- ¡No sé acerque, lo va a matar la avioneta!

Tulio traía pleito con el joven Blas y, quizás un poco alcoholizado, le respondió

- ¡Si me he de morir, te llevo conmigo!

En ese momento, Tulio se acercó demasiado a la avioneta y la hélice le voló la cabeza. Blas murió al día siguiente en un accidente automovilístico.


Eustolia y su hijo Tulio


Ignoramos la fecha del fallecimiento de la tatarabuela doña Herlinda Molina, dueña de tierras y vidas del pueblo de Tecuantepec; debió de haber muerto en la década de los cuarenta, alrededor de los ochenta años de edad.

La tumba de doña Herlinda

ARBOL GENEALÓGICO DE DOÑA HERILINDA MOLINA

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